No lo pienses, hazlo

En tantas ocasiones se me presenta la oportunidad de comenzar un nuevo videojuego, un nuevo libro, cómic, película… y al final, no llego a decidirme. Supone perder tiempo y energía en no decidir nada, tan solo la posible elección de aquello que en un supuesto elegirías.

Es un mal que entiendo le ocurre a muchísima gente y, más, en los tiempos actuales. Disponemos de tantas opciones, alternativas… la mayor capacidad de elección que la cultura occidental ha tenido la oportunidad de disfrutar ha provocado, que, en verdad, nos encadenen a una “libertad” esclavizadora.

Como en todos los casos, existirán personas que saben bien su siguiente paso o acción, decididos a centrarse en algo en concreto. Lo debo admitir: no soy de esa clase de personas. Vivo en una marabunta de posibilidades y realidades de aquello que puedo hacer o dejar de hacer, siempre pensando en lo que podrá ser.

No me fustigo por aquello que ya pasó, no soy de torturarme con lo que no tiene remedio, sino más bien, miro hacia delante y sigo viendo las opciones ante mí, de las cuales, no tomaré ninguna de las posibles.

EL DESAFIO DE LA ELECCIÓN

Por ello, este es un texto de reflexión hacía lo que vas o no vas a hacer en las cuestiones superfluas. Entiendo que decisiones vitales y que suponen una inversión de tiempo considerable exigen meditación y que el poso del tiempo provoque una reflexión. Me estoy refiriendo a decisiones sencillas que citaba al comienzo del texto: libros, videojuegos…

Para ser más ilustrativo, os pongo el último ejemplo:

Finalicé durante el fin de semana el videojuego “Catherine” para PS Vita. Bien, un título más terminado y completado, sensación de victoria ante el reto autoimpuesto.

Ahora toca la parte decisiva y peliaguda: ¿cuál va a ser mi siguiente elección? Miro hacía mi estantería de videojuegos por comenzar y me devuelve la mirada, altiva y desafiante, sabiendo que no tendré el valor suficiente para adentrarme en las fauces de sus títulos más contundentes y elaborados.

Giro la cabeza hacia los libros, y, allí están, aún más chulescos conteniendo mundos y civilizaciones surgidas de las mejores mentes del mundo.

Me llaman, pero esa llamada supone invertir un tiempo limitado de mi existencia: ¿y si no me gusta? ¿y si es aburrido y he perdido el tiempo, pudiendo dedicarlo a otro libro que seguro que es mejor?

Mi mente no deja de dar vueltas en un monólogo interno. Me siento identificado con el protagonista de la saga Dune, Paul Atreides, por su capacidad para prever las diferentes líneas temporales en las que se ve sumergido. Sufre por ello, ya que, cada acción o decisión tomada, desemboca en un torrente de realidades en constante cambio. Obtiene lo que desea, a cambio de perder la esencia de la libertad, el desconocimiento de lo que está por venir.

Una realidad que todos conocemos.

ESCUCHA Y APRENDE

Mientras este proceso mental de elección continúa en un bucle del que en tantas ocasiones no logro salir y termino por no tomar ninguna de las elecciones auto planteadas, escucho una voz en mi interior que me evoca a un amigo. Sí, digo a un amigo porque no es un filósofo o un erudito del pensamiento, es un buen amigo con las cosas claras y que sigue una filosofía de vida que admiro.

Siempre me dice: “Hasta que no termino con lo que estoy, no empiezo algo nuevo”.

La mejor forma de predicar es con el ejemplo, y él lo hace. Tiene una larga lista por completar y, como una hormiga, va paso a paso hacía lo que se ha propuesto. Sinónimo de constancia y paciencia; dos valores que están en declive y deberíamos concentrarnos en recuperar.

Toda la vida es cuestión de decidir.

Como me gusta el proceso de mejora continua intento aplicarlo siempre que puedo. Le digo a mi cerebro: ¿Qué elegirías de primeras, con que te animas? Le fuerzo a que me dé una respuesta rápida, sin meditarlo. Él me devuelve la respuesta: Se estrena el 1 de marzo Dune parte 2, ¿por qué no adentrarse en la nueva trilogía, comenzando por “Dios Emperador de Dune”? Es aquí, donde comienza el run run del debate interno, cuando decido cortar el proceso mental y coger el libro, abrirlo y leer las diez primeras páginas.

Ya está, superado, he roto el bucle. Que luego me guste o no, no es problema. Ya decidiré cuando me canso de leerlo y lo doy por terminado. De las tres novelas anteriores de la saga, me han podido gustar más o menos, pero siempre las he terminado, por lo que espero que en esta ocasión tampoco ocurra.

En el momento de escribir este texto, llevo cincuenta páginas leídas y es interesante y entretenido, veremos cómo evoluciona y si merece la pena o no. Una cosa está clara, decidas lo que decidas, hazlo.

Gracias J.A. por tu sabiduría de la persistencia.

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