Escribir sobre esta novela va a resultar siempre un ejercicio complejo y que, sin extenderse en demasiadas palabras, va a quedar incompleto y no va a permitir trasladar la verdadera amplitud de todo aquello que engloba.
Por ello, prefiero realizar una roscamendación sobre leerla o no, o en caso de que tengas dudas, poder valorar si hacerlo o no.
Dune habla de ecología, líneas temporales conocidas y por conocer, lucha del bien contra el mal, religión, futuro, pasado, el eterno viaje del héroe… y estas son solo sus raíces principales. A medida que te adentras en su historia, descubres más y más ramificaciones secundarias que nos sitúan en un universo en el que durante años y generaciones anteriores se han producido sucesos de los que apenas disponemos información. Este hecho narrativo nos permite vislumbrar que el autor ha tenido en cuenta toda la estructura a un nivel de detalle que, debido a su profundidad, puede resultar abrumadora. Como detalle, señalar que en la parte final del libro cuenta con un apéndice que sirve como diccionario para comprender los conceptos de los que hablan y desarrollan los protagonistas, dando lugar a su propio vocabulario que viene a corroborar la impresión de encontrarnos ante una civilización tan diferente de la nuestra actual… o no.
La imaginación es aquello que destaco como mayor virtud. ¡Qué capacidad para inventar y cimentar mundos de la nada! Aporta un pasado, presente y futuro en el que deseas conocer más de los personajes, inquietudes y motivaciones. A su vez, en mi caso al menos, conocer el pasado, lo que hubo antes de los hechos que se nos describen, me resulta la parte más interesante. La idea de la “Yihad Butleriana” es deslumbrante y una vez la conozcas, comprenderás mucho de lo que ha supuesto para la ciencia-ficción en años posteriores.
Dentro de todas sus virtudes, también tiene puntos de mejora y que me han chirriado desde el principio hasta el final. El mayor de todos los defectos es que la historia y su progresión sucede porque así tiene que ser, en un “deus ex machina” sin camuflar. Tiene que morir tal personaje, el autor se inventa algún recurso de último momento para darle muerte, da igual que la forma o el lugar no encaje con la situación en la que se encuentran, prioriza el fin a las formas, provocando que en más de una ocasión acabes preguntándote a ti mismo si no podría haberte indicado con pequeñas “migas de pan” los sucesos que podrían llegar a desarrollarse, o al menos que aquello que va a suceder tenga una mayor coherencia interna.
Al hecho final de roscamendarla o no, seré claro y contundente: TIENES QUE LEERLA.
Eso sí, para comenzar prepárate para un viaje en el que no quedaras indiferente. Recomiendo paciencia y apertura de miras. Como toda buena historia, lo mejor siempre está por llegar en las páginas posteriores. Exige un lector calmado y con fe, confianza en que tras tantas páginas, el trayecto habrá merecido la pena.
Puede que te guste más o menos, pero te aseguro que una vez la termines, sentirás que te has adentrado en uno de los mejores universos literarios de la historia. LECTURA OBLIGADA.