Llevaba tiempo esperándolo. No cabe duda de que el título es diferente a lo visto hasta ahora. No lo hace buscando unas dinámicas rompedoras ni un concepto revolucionario que jamás se haya visto hasta ahora.
En lo que destaca es en su personalidad, la arrolladora forma de presentarse y conquistar los corazones de todos aquellos que disfrutamos (hayamos vivido o no) de la década de los 80 y principio de los 90. La mayoría de jugadores lo recordaremos como una etapa de momentos sencillos, en los que la niñez o juventud hacían que la vida tuviera otras prioridades y menos preocupaciones, dejándote fascinar por todo aquello novedoso y con toques de lo que el futuro nos podía deparar.
Es por ello que este videojuego desarrollado por Koba Studio, estudio independiente español, toca el corazón a todos los amantes de la cultura ochentera y por ello, si te gusta, un poco al menos, dicha estética y ambientación no puedes permitirte el lujo de dejarlo pasar sin probarlo entre tus manos.
En estas entradas no quiero centrarme en aspectos técnicos del título ni realizar una descripción detallada de aquellos puntos positivos o negativos, ni dar una nota al final, solo quiero dar mis razones por las que yo, Roscarage, te lo roscamiendo, o lo que es lo mismo, ayudarte y animarte a decidir, querido lector.
El aspecto principal es que el videojuego destila ESTILO. En la definición de personalidad el diccionario debería definirlo con un póster bien grande de este Narita Boy.
Un despliegue gráfico en dos dimensiones, de esos que hacen que desde el primer minuto sientas que si padecieras epilepsia no ibas a pasar un buen rato, ya que las luces y rayos de colores estridentes de un universo vectorialmente pixelado penetran en tus retinas sin control. Encarnas a un héroe que debe salvar el Reino Digital de la malvada amenaza de un ser maligno que corrompe el código del videojuego al que has sido absorbido.
Me gusta el detalle y los recuerdos al jugarlo de la película Tron, todo muy enfocado a temática informática y en la que envuelven de mística y romanticismo el sintético y frío universo de la programación.
El juego en sí es lo más similar a una aventura clásica de acción en dos dimensiones en la que debes realizar encargos de aquí para allá en pos de avanzar hasta el enemigo final.
Sabes que nada te va a detener hasta encontrarle y lograr tu objetivo, ya que es lo único que puedes hacer, pero (y esto es lo que me gusta), ¿qué necesidad hay de complicar una trama que funciona desde el punto A hasta el B? Me gusta lo que juego, dame más y no me compliques, déjame disfrutar como se hacía antes, con imaginación y dedicación.
Un camino en línea recta es tan disfrutable como otro cualquiera con mayor complejidad, ya que lo que marca la experiencia, no es el propio camino en sí, es lo que sientes al recorrerlo y en este sentido se puede afirmar con toda rotundidad que alcanza y logra cautivarnos tanto por la vista como por el sonido.
Porque el sonido es otro detalle que no podían permitirse que fuera mediocre y, para mi satisfacción, si la BSO me dices que se compuso en 1985, me lo creería; este es el mejor piropo que se le puede dedicar al título.
Por ello, dos pilares (visual y musical) sobre los que se sustenta todo el universo del juego nos permiten disfrutar de un retroviaje futurista al mundo virtual del futuro pasado.
Que la Techno-Espada te acompañe, ¡¡NARITA BOY!!